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22 de DiciembreMemoria y balance

Tiempos de crisis

El año 2014 fue la continuidad de malas temporadas en el automovilismo argentino. El panorama viene desde hace tiempo y no tiende a mejorar.

Por Darío Coronel

El TC vive gracias a su público.

Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces sobre la misma piedra. Las circunstancias negativas que vivió el automovilismo argentino durante el ejercicio 2014 son consecuencia de reiteradas malas decisiones. El panorama no pronostica una mejora en un mediano plazo. Los principales síntomas son las carreras chatas, pérdida de esencia en las principales categorías, caída del rating televisivo que obligó a adelantar media hora las transmisiones de Canal 13, menos público en los autódromos, hechos extraordinarios que afectan a nuestro deporte y falta de ídolos. 

Vayamos por partes. El Súper TC 2000 atrapa por el sonido de sus motores V8. Los autos lucen impecables. Pero carece de las bases con las que el público se identificaba. El cambio al monomotor en 2009, cuando aún era TC 2000, instancia obligada por la crisis financiera global, fue el primer paso en falso. En 2010 en diálogo con CORSA, su presidente, Pablo Peón, reconocía que hubiese sido bueno reclutar a los históricos preparadores para mantener los impulsores genuinos de cada marca, pero que ello debió hacerse en el año 2000. Es que en 2009, el desarrollo de los fierros de última generación era tan avanzado que era imposible dar marcha atrás. Pero para evitar esa instancia se podría haber gestado un cónclave con Oreste Berta, José Miguel Herceg, Osvaldo Antelo, Carlos Ákel y Hugo Bini, entre otros, que hubiese intentando mantener la base con un desarrollo menos costoso de los fierros.

El STC 2000 perdío su esencia.

Además el súper profesionalismo actual genera que los pilotos tengan un bozal ante la presión de las terminales. Muchos parecen más representantes de marketing que corredores a la hora de declarar en los medios. Y cuando hay alguna manifestación polémica, algunos se retractan o reciben la bajada de líneas de las fábricas. 

Por su parte, Turismo Carretera subsiste en gran parte gracias a la lealtad de su público, inquebrantable en sus 77 años. La gente es su capital más importante. Son soldados incondicionales del folclore que aún se mantiene, en muchos casos, solo por la nostalgia. Aunque la ACTC encara en 2015 su jugada técnica más delicada en 40 años: los motores de 24 válvulas gestados por Berta, que reemplazarán a los genuinos de un Falcon o Chevy. Eran los impulsores 6 cilindros varilleros, más allá de su preparación, una de las últimas piezas originales de esos autos. Los recordados fierros de Dodge y Tornado (Torino) fueron reemplazados por los Cherokee.

En la edición de agosto de CORSA, Juan María Traverso, seis veces campeón de la especialidad, reclamó que “se le aclare al público que no serán monomotores”. Los preparadores, esos “magos” artesanales y actores preponderantes a la hora de ganar un título, ya no tendrán un rol estelar. Solo se dedicarán a un mantenimiento. Históricos como Oscar Castellano y Juan Antonio DeBenedictis se mostraron en contra de esta determinación. El Pincho confirmó a último momento que seguirá. Jhonny no volverá e incluso su hijo, Juan Bautista DeBenedictis, anunció que se baja por falta de presupuesto…

Pero el presidente de la categoría, Hugo Mazzacane, ratificó este camino. Más allá de los 450 burros que tendrán estos nuevos motores, habrá que ver cómo el público logra adaptarse a ellos. Lejos de los piedrazos que recibió el Chevitú de Jorge Cupeiro en 1965, tal vez le tome un tiempo a la gente no ver un fierro genuino en los autos. Aquella vez las cupecitas abrieron su camino al primer exponente y predecesor del TC actual, coches que los fanáticos terminaron aceptando. ¿Se repetirá la historia con los flamantes impulsores?

Al TN le falta promoción.

En tanto que el Turismo Nacional conserva las bases tradicionales con autos de calle preparados. No hay monomotores, tampoco cargas aerodinámicas. La mayoría de las carreras de sus clases son entretenidas, pero salvo bastiones como Pigüé, San Jorge y Concordia, no suele tener un buen marco de público. Es contradictorio que la gente no se acerque a ver a una categoría que en 2014 tuvo en la Clase 3 dos equipos oficiales, Renault y Peugeot y otros con ayuda de terminales como Citroën, campeón este año con Matías Rossi.

Mientras que al Top Race aún le llevará un tiempo terminar de plasmar su base. Nació en 1997 para llenar el espacio televisivo que tenía Carburando. Dejando de lado ese intento trunco de competirle al TC 2000, desde la llegada de Alejandro Urtubey en 2004 se optó por una senda con bases comparables al automovilismo estadounidense y brasileño. Desde 2005 que la categoría espectáculo entrega un reglamento que parte de ella y no del auto. Es decir, monomotores V6, chasis iguales, elementos estandarizados para reducir costos, cuya única variante es la carrocería a elección y la puesta a punto, labor de los técnicos de cada equipo. Superado su peor momento por problemas económicos en 2012, hoy la especialidad es la única en pista a nivel nacional que otorga premios en dinero con 80.000 pesos al ganador de una final. En los tiempos que corren es un suficiente interés para sumar pilotos y equipos en un parque que en 2014 rondó los 20 autos. 

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