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“Su auto perdió algo…” dijo Ayrton Senna en la reiteración televisiva del trágico accidente que le costó la vida a Roland Ratzenberger. El astro brasileño fue el primero en verlo. Su colega austríaco había perdido parte de un alerón delantero, que habría generado la pérdida de control de su Simtek.

Fue la continuidad de un fin de semana que ya había arrancado mal con un fuertísimo accidente de Rubens Barrichello. Fue en las prácticas donde el brasileño golpeó con su Jordan, incidente que lo obligó a abandonar la actividad por la rotura de su nariz rota y su brazo enyesado.

En la jornada siguiente pasó lo peor. En la clasificación, Ratzenberger se supuso que tuvo un toque con su compañero de equipo, David Brabham, habría generado la rotura de parte de uno de sus alerones delanteros. Al llegar a de 300 km/h en la curva Villeneuve, el alerón delantero de su monoposto se desprendió de forma completa, esto produjo una sustancial pérdida de adherencia y el tremendo golpe contra el muro.

Tras el choque el auto se deslizó varios metros y quedó tendido cerca de la curva Tosa. Fue asistido en pista, pero no hubo nada que hacer, perdiendo la vida a las 14 horas 15 minutos. El austríaco había muerto casi en el acto. El auto estaba destrozado, pero el habitáculo resistió el impacto, no así el cuerpo del piloto. La causa del deceso fue una fractura de la base del cráneo.

Era el tercer Gran Premio de Roland en la Máxima. No había clasificado en Brasil. En el GP del Pacífico corrido en el autódromo japonés de Okayama fue undécimo. Con casi 34 años (4/7/1960) cumplía su gran sueño de estar en la F.1. Toda esa ilusión terminó de la peor manera. 

El único piloto en acercarse el lugar del accidente fue Senna, que ya se mostraba muy preocupado. Si bien el tres veces campeón mundial luego hizo su última pole positions, la 65ª de su campaña, las horas siguientes fueron un tormento. Ayrton lamentó mucho lo ocurrido con su colega, y tenía un mal presentimiento para el domingo…